Una Argentina con argentinos: la rotania de mollica
La llegada de las máquinas cosechadoras autopropulsadas de industria argentina que reemplazaron el uso de caballos de tiro.
Por Lis Solé
En la historia de los pueblos 60 años no son nada… ¡Pero cuánto ha cambiado en estos últimos 60 años!
Lo peor, la pérdida de los valores quizás producto o no, quién sabe, de la facilidad para acceder al conocimiento, la existencia de las redes sociales, la rápida aproximación a la noticia o la globalización y lo mejor, los adelantos tecnológicos que han cambiado la forma de vivir tanto en el campo como en la ciudad.
La Argentina de hombres de manos grandes de tanto hacer fuerza con ellas, casi ha dejado de ser un país hecho “a fuerza de barreta”, piernas y brazos más la inestimable presencia de los no visibilizados animales que acompañaron a inmigrantes y nativos en la construcción de un país.
LA LLEGADA DE LA MAQUINARIA AGRÍCOLA
Desde 1951 y cada 12 de diciembre, se celebra en Argentina el “Día de la Maquinaria Agrícola” en conmemoración del decreto del presidente Perón para declarar a esa industria de interés nacional.
Sin embargo, hubo grandes momentos en la historia de la maquinaria agrícola anteriores a esa fecha como cuando, en 1921, los hermanos Senor establecieron en Córdoba la primera planta de armado de cosechadoras de Sudamérica. Hasta ese momento, la cosecha del país agropecuario -que llegaría a ser uno de los más importantes del mundo-, se hacía con mano de obra humana, con cuadrillas y personal que a manera de golondrinas, se desplazaban por el país como juntadores de cereal.
De las trillas en troja, se pasaron a máquinas que se estacionaban en el campo tiradas por caballos hasta las que se llevaba el cereal en carros. Más tarde aparecieron las trilladoras de arrastre donde el movimiento se lograba con el avance -en una tarea descomunal y hasta increíble-, realizado por hasta más de treinta caballos que al avanzar, movían un sistema de cadenas que accionaban el sistema de trilla. El problema principal de esta máquina -además de la lentitud-, era que se atoraba constantemente por los movimientos combinados y si se detenía por la inestable e inconstante tracción de los caballos, también se paraba la trilla.
Esto se solucionó en parte en la Fábrica Senor cuando se le agregó un motor Deutz de 28 HP que independizó la trilla del avance de los caballos que tiempo después, fueron reemplazados por un tractor a agricol.
LAS MÁQUINAS TRILLADORAS DE LOS ABUELOS
Sin embargo, a pesar de los adelantos en maquinarias, éstas no llegaron rápidamente al campo quizás por desconocimiento de uso, por la falta de profesionales que supieran arreglarlas o por la escasez y alto valor del combustible así que la tracción animal se vio hasta la década de 1950 y en algunas regiones bien avanzados los 60. Las cosechas se seguían haciendo a mano, tironeando las bolsas y llenando las trojas y solo había algunas primeras máquinas cosechadoras fijas hasta las que había que acercar el cereal.
En General Alvear, los mayores de 80 años las recuerdan tiradas por caballos y los hermanos Luisi describen la de Mollica y la de Juan Martínez después tiradas por un tractor Setter en el paraje “La Gallareta”; la máquina de los Ceci casi totalmente de madera con armazón de hierro en el paraje “La Garita o la máquina de “Tulo” Capra tirada por el Triunfo con rueda de uña.
¡Cuántas anécdotas se están perdiendo con nuestros abuelos!
“Toto” Luisi recuerda que en su casa, -en el Paraje “La Gallareta” y pasados los años 40-, cosechaban los citados Mollica y Juan Martínez en la zona que se encuentra entre las ruta 51 y 61, en el acceso a General Alvear. En ese tiempo, la zona estaba muy poblada con familias como la de “Pepe” Zuazúa (casado con una Langoni), los Buduba (que se criaron pasando la curva de Fenlay), y un poco más allá vivían los Luisi, Lucio Ruano y su familia, los Villamarín, Juan Martínez, don Julián “Pepe” Zuazúa y la familia del lechero Lazcano.
Con tantas familias en el paraje había muchos chicos pero no escuela, así que las hijas de los Haedo -que tenían un campo alquilado cerca de la chacra de Luisi -, daban clases de lectura y escritura, otra costumbre “de antes”.
Ir a esas “clases” era lo mejor en tiempo de cosecha porque por ahí andaban las máquinas trilladoras, una delicia para la mirada infantil que provocaba retos y coscorrones al llegar tarde a casa.
LAS PRIMERAS MÁQUINAS TRILLADORAS ARGENTINAS
La segunda fecha importante en la Industria de la Maquinaria Agrícola fue en 1929, cuando el inmigrante italiano Alfredo Rotania diseñó, fabricó y patentó la primera cosechadora automotriz del mundo en la localidad santafesina de Sunchales. La máquina autopropulsada con plataforma de corte lateral podía cortar varias hileras de trigo y separar el grano de la paja sin necesidad de ser tirada por un tractor o por caballos.
La “Rotania” fue la primera máquina cosechadora del mundo en realizar esta tarea y es un invento argentino… pero a General Alvear, estas no llegaron tan rápidamente. Eran tiempos de las radios a pilas que se ponían al sol para que se recargaran y así aumentar el rendimiento. Tiempos de una pobreza extrema en el campo imposible de entender en el hoy que prohibía cualquier adquisición o inversión.
En 1930, Miguel Druetta fabricó una por el estilo de la Rotania, pero con plataforma de corte central como las actuales. Con gran visión y atendiendo al marketing de la época, le puso de marca su apellido, pero sin la A final, porque DRUETT sonaba a importada y así lograría tener más aceptación teniendo en cuenta la popularidad de las máquinas extranjeras.
En 1948, empezaron a construirse las cosechadoras G.E.M.A. (Grandes Establecimientos Metalúrgicos Argentinos S.A.) una fábrica de cosechadoras de Rosario, máquinas distribuidas en General Alvear por los Hnos. Herrera -que eran los Concesionarios-, aunque seguían entrando las importadas como la Case de Villamarín o la McCormick de los Monetti.
“DEL LLANO A LA MONTAÑA, COSECHANDO CON ROTANIA”
Los Hermanos Rotania agregaban cada año un invento nuevo a sus creaciones y trataban de imponerse en el mercado llegando a todo el país. Por ejemplo, mientras las plataformas estuvieron de lado, -el corte lateral mencionado antes-, en la cosecha del girasol primero había que cortar a mano toda la vuelta al campo. Eso sucedía porque la plataforma trillaba para un solo lado y entonces, para que entrara la máquina, tenían que hacer un surco grande contra el alambrado para evitar que los caballos voltearan las plantas. Esa zona se trillaba con la máquina parada y después arrancaba dando vueltas aunque muy lentamente tardando varios días en trillar unas pocas hectáreas.
Después iban las chatas a buscar el girasol cuando aún no estaban los camiones. En Alvear, aún se nombran las chatas de Casquero con su hijo Ángel, (el padre de “Titi”), que cargaban las bolsas y las traían a la estación. En las chatas entraban, dependiendo del cereal, unas 100 bolsas… ¡Y esas todavía andaban en la década del 50! Casquero venía con su chata “La Argentina”; el nombre se lo había pintado en la madera, mismo nombre de una que estaba entre Pehuajó y Bolivar, en un parque sobre una loma, una chata inmensa con ruedas altísimas.
En General Alvear, el concesionario Rotania por los años 50 y 60 fue Daniel Lafuente; épocas de los corredores de Turismo de Carretera (TC) como Eduardo Tuqui Casá, Gastón Perkins, Juan Manuel Bordeu o tantos otros que representaron el TC en toda la provincia. Rotania realizó una gran campaña publicitaria y hasta hacía propagandas durante las carreras con el avioncito de la fábrica que gritaba desde el cielo: “Del llano a la montaña cosechando con Rotania”.
Así se llega a la máquina de Daniel Ramón MOLLICA y Rosa Enriqueta Mengarelli, una cosechadora nueva donde se ve al chacarero Mollica con su esposa, su hijo “Tingo” y tal como se estilaba en esa época, gran parte de su familia, Elsa Yolanda Capra, Josefa “la Negra” Capra, Catalina Mollica y la abuela Angelita Sararols (casada con Pedro Capra). La máquina es una Rotania N° 7 que se fabricó aproximadamente entre 1952 y 1957 y en la chacra de Langoni, hay una máquina tirada que puede ser una de ésas.
Apenas unos pocos datos de las Rotania en un pueblo del centro de la provincia de Buenos Aires que se reviven con el “Día de la Maquinaria Agrícola Argentina”; pequeñas historias de vidas de familias enteras donde abundaban sacrificios e ilusiones, historias que parecen perdidas en la niebla del pasado pero que cuando se rebusca en ella, se trasluce ante nuestros ojos como películas cargadas de memoria.
Bibliografía: Mosso, Eduardo. Memorias de una industria argentina. Recordando con Enzo Rotania. Ediciones HomoSapiens. Santa Fe. 2020.
Agradecimientos: Jorge Salvador Mollica, Eduardo Mosso, Leticia Villamarín, Roberto y Eduardo Luisi, Roberto Gabriel Castro, Gastón Piñero, Hernán Federighi y Raúl Villamarín.
[1] En una exposición en Palermo la exhibió, ingenieros canadienses de Massey Harris la vieron y copiaron y en 1938 sacaron su primera automotriz la Massey Harris No. 20, que luego importarían muchísimas a Argentina haciéndose popular aquí.
[1] Recuperado de http://pesadosargentinos.blogspot.com/2015/02/autocosechadora-m-druetta.html
[1] Testimonio de Roberto Luisi (Febrero de 2022).