Por Lis Solé
Armar pesebres en los barrios fue una tradición durante muchas décadas, acción que casi se ha perdido en la actualidad. Pesebres organizados casi espontáneamente por los vecinos, con ayuda de algún sacerdote, las catequistas, la participación de los vecinos y los padres de los niños que concurrían al catecismo o a la escuela del barrio.
Para eso, si no había Capilla cercana, algún vecino “prestaba” su jardín o terreno y allí armaban el pesebre al que todos concurrían y participaban construyendo un pequeño techado con ramas de palma, de eucaliptos o de lo que se encontrara.
Justamente, la Capilla Nuestra Señora de la Paz de Villa Barreiro de General Alvear fue construida para que el Barrio tuviera un lugar de alegría, de pesebres y de encuentros navideños para no tener que seguir usando espacios vecinos. En el terreno de la esquina de José Ingenieros y Sarmiento, “Bichito” Anido armaba con la ayuda de todo el barrio un fabuloso quincho para hacer el Pesebre. ¡Era una fiesta en “Villa Barreiro”!
Una vez, unos papás vecinos habían pintado sobre cartones y de tamaño natural las figuras de una vaca y de un burro que pararon a ambos lados del pesebre, figuras que se mantuvieron por años en la recién construida Capilla de la Paz hasta que el deterioro fue tal que nada podía solucionarlo. Muchas veces, después de cantar villancicos acompañados de guitarra y percusiones, se hacía un gran picnic comunitario o también, solían subir a todos los participantes en un carrito para pasear el nacimiento por todo el pueblo al ruido de triángulos y campanitas.
El pesebre viviente era armado entre todos: algunas mamás cosían la ropa o arreglaban la del año anterior, los cuidadosos que todo guardan abrían las cajas y aireaban las pesadas túnicas marrones de San José y los pastores que apestaban a naftalina por haber estado guardados desde el año anterior, otros pegaban papeles en las alas de los angelitos, se buscaban canastas para llevar regalos al Niño, se cortaban o remendaban los trajes de los Reyes Magos y se hacían guirnaldas de colores para alegrar el pesebre y se forraba en dorado la infaltable Estrella de Navidad entre
¡Cuántos bebés fueron prestados por sus mamás con temor y orgullo para que fuera el Niño Jesús! Chicos que ahora están grandes y que fueron después quienes cantaron las canciones navideñas o buscaron por el barrio corderos o gallinas para completar el pesebre.
La familia entera concurría después de estar todo diciembre organizando el encuentro y era una alegría sin par, sin estruendo ni música amplificada, reflejo simple de mentes sencillas. En la foto de 1976, en el terreno de Ingenieros y Sarmiento, en lo de “Bichito” Anido todo el Barrio en el Pesebre. Hace más de 40 años…
Pesebres de barrio, testimonio de la unión de los vecinos, de la fe en Dios y el regocijo y la esperanza que nos ofrece cada Navidad.