Nos cuesta que nos reconozcan como trabajadoras. En el reconocimiento del trabajo se evapora el imaginario romántico. No somos mejores que nadie, no somos ejemplo de nada, las cosas no nos resultan fáciles. Detrás de cada obra, clase, publicación, festival y en cualquier manifestación de la danza en cualquier formato, lo que hay es trabajo, mucho trabajo, ensayo, prueba, agotamiento, angustia, goce y diversión. Pero sobre todo muchas horas de trabajo y muchas personas para las que casi nunca alcanza el presupuesto. Continuar en estas condiciones de extrema precariedad paradójicamente sólo garantizaría que el arte y en este caso las danzas sean territorio exclusivo de gente rica.
Nos hicieron creer que el arte se hacía por amor, al igual que las tareas domésticas y de cuidado. Pero dentro de las artes escénicas El Teatro tiene siempre mucho más presupuesto que La Danza. Sólo a modo de ejemplo, desde el Ministerio de Cultura de CABA, cuando les pedimos un informe de gestión vino con estos datos: PROTEATRO: $92.602.026, PRODANZA:$7.568.511. Mismo trabajo, menos paga. Es fundamental desterrar además la idea de que somos un sector más chico: no es más chico, hay menos varones.
Históricamente constituido mayoritariamente por mujeres y disidencias, en el imaginario colectivo se feminiza la danza asociándola a una imagen de mujer cis heterosexual, a la belleza hegemónica, la armonía y la fragilidad, a cuerpos etéreos y consumibles. Este imaginario se fue construyendo canónicamente desde una perspectiva heteropatriarcal, colonial y euro-centrista.
Actualmente, les trabajadores de la danza carecemos de legislación que nos proteja, por lo tanto no contamos con un organismo a nivel nacional que genere políticas de fomento específicas. Ni siquiera con relevamientos oficiales nacionales que reflejen la diversidad de nuestro sector. Y no es que no lo hayamos intentado. Y sí existe el Instituto Nacional del Teatro y de la Música y de Cine.
Desde abril de este año, más de 45 agrupaciones y proyectos constituidos de danza de diferentes puntos del país conformamos el Frente de Emergencia de la Danza, declarándonos en estado de emergencia económica y manifestando la necesidad de medidas de sostenibilidad económica para quienes se nos había terminado el trabajo en casi todas las maneras en las que lo conocíamos.
Estamos frente a un cambio de paradigma que nos obliga a detener la inercia de lo cotidiano y repreguntarnos sobre tópicos como lo común, lo público, lo concentrado, lo participativo y lo plural.
Desde el Frente de Emergencia de la Danza sostenemos desde su inicio mucho trabajo organizado en comisiones, encontrándonos en asambleas semanales en una conformación federal y no centralista. Organizamos plenarios sobre herramientas legislativas y gremiales. Apostamos a la construcción estratégica de una salida colectiva y programática de la emergencia profundizada por el contexto de pandemia. Queremos salir fortalecidas creando desde hoy las condiciones necesarias para poder mantener en el futuro una relación saludable, sustentable y sostenible de nuestro trabajo, que no fue nunca independiente y será cada vez más dependiente de políticas públicas y presupuestos acordes.
*Integrantes del Frente de Emergencia de la Danza.
IG: @frente_emergencia_danza
Por *Catalina Lescano, Estefanía Salvucci y Jimena García Blaya