Fue a las 20,50 horas de aquella noche del 23 febrero de 1958, Fangio se vio encañonado por una pistola al llegar al Hotel, en un primer momento tanto él como sus acompañantes pensaron que se trataba de una broma, por más que los tres miembros del M-26-7 (Movimiento Guerrillero 26 de Julio) encargados de la operación trataron de pasar inadvertidos. Finalmente el corredor y sus acompañantes quedaron atónitos y acataron seguir a sus captores, quienes se unirían con él al resto del comando que aguardaba afuera. Alejándose del centro de La Habana, los hombres lo trasladaron en auto por la avenida del Malecón, por él tan conocida. El automóvil se alejó por el oeste, escoltado por delante y por detrás por otros que participaban de la operación y el diálogo sería tranquilizador de parte de los secuestradores. Fangio acostumbrado a jugarse la vida sobre un auto de carreras, no entendía ni los motivos y las posibles causas, luego llegaría el momento de la calma y los motivos bien explícitos de aquel secuestro, el operativo era comandado por Fidel Castro desde Sierra Maestra.
El campeón fue conducido al primer escondite planeado, un departamento en El Vedado, barrio residencial que corre junto al litoral habaneros, cuyas edificaciones en su mayoría constituían las viviendas de la clase media alta de la ciudad. Allí, brevemente, Faustino Pérez le ofrecía disculpas y con la delicadeza que le caracterizaba, le explicaría por qué Cuba no es estaba «para fiestas».
Al día siguiente, es trasladado a la calle Norte, número 42, en el Nuevo Vedado -zona aún más suntuosa y segundo refugio escogido por el M-26-7. Fangio departiría amablemente con sus captores, luego de haber consumido ya las horas más tensas.
El lunes 24 se llevó a cabo la carrera y a pesar que fue suspendida por un accidente donde fallecieron espectadores, el Argentino no fue liberado, tuvo que esperar hasta el martes 25 de febrero para su liberación, donde participaron el conocido periodista cubano Carlos Lechuga y el embajador de Argentina, quien fue el encargado de recibir al balcarceño.
Fangio siempre creyó que los secuestradores, indirectamente, le había librado de un desastre e incluso les dijo «señores, me han hecho un favor, no puedo menos que agradecerles». No lo decía por cortesía. Alfredo Serra, el biógrafo del argentino, contó que detectaron un fallo en el Maserati 450 que a Fangio le hubiese tocado pilotar. La suspensiones tenían un desequilibrio de 5 cm que en esas condiciones hubiese sido letal.
“Hubiera podido estar en ese choque, así que mis secuestradores me pudieron haber salvado la vida”, dijo Fangio. Pasada la carrera, y habiendo armado ya el ruido necesario, llegó la hora de liberar al ‘Chueco’, pero entonces surgió un problema: los secuestradores temían por la vida de Fangio.
Ante una dictadura tan apoyada en la mafia como la de Batista, ahí está El Padrino II para retratarlo, los secuestradores temían que la policía pudiese asesinar a Fangio cuando lo liberasen para así echarle la culpa a los rebeldes. Una vez más, fue el pentacampeón mundial de Fórmula 1 quien dio la solución.
Fangio fue liberado en la embajada argentina de La Habana, donde estaría seguro. Además, el encargado de esa zona diplomática era Raúl Lynch Guevara, primo del ‘Che’ Guevara. De madrugada y sin hacer mucho ruido, los secuestradores dejaron a Fangio en la embajada de Argentina. El campeón estaba sano y salvo.
«Nunca me vendaron los ojos. Cien veces me pidieron disculpas. Me parecieron macanudos. Les dije a los rebeldes que si me habían secuestrado por una buena causa, yo estaba de acuerdo. Su trato fue familiar y sus intenciones cordiales», fueron las primeras palabras de Fangio ante la prensa tras la liberación.
Pocos meses después el régimen de Batista cayó y Fidel Castro llegó al poder. Fangio rechazó la invitación de ir a su asunción, pero aun así se convirtió en un mito en Cuba, no solo por sus logros deportivos sino por su colaboración a la causa. El propio Castro se volvió a disculpar, ya en calidad de presidente de Cuba, y en el Hotel Lincoln se colocó una placa en su honor.
Años después, ya como embajador de Mercedes Benz, Fangio volvió a visitar Cuba de manera oficial (extraoficialmente lo había hecho en más de una ocasión). Fue en 1981, y Castro le hizo un recibimiento con honores. Fangio recibió un gran homenaje en la misma casa de La Habana en la que estuvo secuestrado.
«Luego Fangio regresó varias veces a Cuba y siempre nos buscaba», comentó Castro después de la muerte del ‘Chueco’. En 1959 se canceló el Gran Premio de Cuba, pero para 1960 se celebró una última carrera en la isla, ya bajo el mandato de Castro. El trazado se trasladó del Malecón al aeropuerto Ciudad Libertad, y el ganador fue Stirling Moss.
Fangio jamás ocultó sus simpatías por Castro y la revolución cubana, tanto que pronunció una célebre frase: «Los rebeldes tenían una causa noble detrás de mí secuestro, y como tal debía apoyarlo». La derecha política argentina jamás se lo perdonó, pero la figura de Fangio aguanta como la de uno de los más grandes pilotos de Fórmula 1 de la historia.