Para nosotros un país independiente es aquel que toma decisiones soberanas, un país que toma decisiones que favorecen a su pueblo y no a los mercados globales o a las grandes corporaciones.
Un país independiente es aquel que tiene su objetivo puesto en el bienestar de su pueblo, un país que busca la felicidad de su pueblo.
Un país libre es aquel que cuida sus bienes comunes y los pone a resguardo de la rapiña de los mercados globales, es aquel que antes de pagar a usureros piensa en pagar la enorme deuda no sólo económica sino moral que tiene con su pueblo.
Un país libre es aquel que logra una educación crítica de un modelo absolutamente insustentable que domina al mundo de hoy, un país que trabaja para una educación que ayude a tener una mirada sistémica, integral, es un país que prioriza los derechos más elementales de su pueblo: la educación, la salud, la vivienda, la comida sana, la libertad de expresión, la justicia, los derechos humanos. Es un país que promueve y apoya la ciencia digna, la ciencia al servicio de las necesidades básicas de su pueblo y no de las corporaciones, es un país con Universidades que no se financian con fondos de las multinacionales.
Un país libre es aquel que conoce su verdadera historia, un país que no confunde conquista con descubrimiento. Un país que protege y reconoce a sus habitantes originarios, que les pide disculpas, que les devuelve sus tierras y que busca la convivencia pacífica entre todos los argentinos.
Un país libre es aquel que ha logrado que sea el mismo pueblo el que gobierne.
Muy lejos estamos hoy de todo esto.
Vemos con mucha preocupación que los representantes de las distintas corporaciones y de las grandes empresas llegan hasta los Ministerios de distintas áreas de nuestra Nación. Vemos con preocupación cómo se intenta imitar e idolatrar a aquellos países del llamado primer mundo que siguen sojuzgando a los que menos tienen, incitando a la respuesta violenta y a la guerra, países del primer mundo que siguen comiéndose al planeta con un modelo consumista absolutamente insustentable y que no tiene futuro alguno.
Tal vez una de los símbolos más concretos de todo esto sea la eliminación de la palabra “cultura” de nuestra producción agropecuaria, ahora tenemos un Ministerio de Agroindustria, ya no de Agricultura… y esto no es poca cosa. El campo parece no formar parte más de nuestra historia, de nuestra cultura, no es más una forma de vida ni un lugar donde vivir. Hoy lo único que importa del campo es que produzca divisas a cualquier costo y, para ello, el actual gobierno apoya decididamente al agronegocio. No pretendemos con esto decir que todo lo anterior fue fantástico, por lo contrario, sostenemos que lo actual es la profundización de lo peor del gobierno anterior.
Estamos a pocos días de que nuestros diputados y senadores acuerden con las grandes corporaciones del agronegocio una nueva ley de semillas que comprometerá el futuro de nuestras próximas generaciones y que definitivamente nos alejará cada vez más de la independencia. Aquel que sea dueño de las semillas será el dueño de toda la cadena alimentaria, será entonces el dueño de los alimentos, decidirá que tenemos que comer, quienes podrán comer, quienes podrán producir y en definitiva quienes podrán vivir. Estos diputados y senadores decidirán así, si el 9 de Julio se transforma sólo en un feriado más o en una búsqueda incansable de la definitiva independencia.
Ecos de Saladillo
Por la Soberanía alimentaria.