La política es una de las formas de expresión de la cultura, refleja el modo de pensar y actuar del ser humano, conforma lo que llamamos filosofía de vida. No importa el nivel de involucramiento institucional, siempre el ser humano tiene una posición política que expresar. Es una actividad que se relaciona con los ideales de la persona, consecuentemente con sus sentimientos.
La política no es sólo la lucha por el poder. Lo que uno cree que está bien o mal, el límite entre el interés individual y el colectivo, qué es beneficioso para el conjunto aunque no lo sea para uno, son claramente definiciones políticas.
Los jóvenes habitualmente expresan su pertenencia social, emotiva e ideológica en sus elecciones musicales y pocas veces se le otorga la importancia política que ello acredita. En nuestro país, la aparición del rock se conformó en relación al modelo de un joven propenso al pacifismo y la presunción de cambiar el autoritarismo reinante en la familia, la escuela y la sociedad. Toda una definición política que tuvo adeptos en cantidades, que defendían ideales y constituían un otro con el cual se confrontaban y diferenciaban.
La contratapa de esta filosofía de vida fue la “nueva ola”, que representaba un joven desprovisto de ideología, consumista y banal. Con el desarrollo comercial masivo, el mayor exponente de este ideal fue Palito Ortega, llamado “el rey” por su capacidad de venta en discos, películas y conciertos. La historia inicial del rock argentino se construyó con un adversario claro e irreconciliable, la “nueva ola” y Palito Ortega.
Días pasados se pudo ver la imagen de Charly García apoyado en el “muro de los lamentos” en Jerusalén, en el marco de una visita que hiciera para dar un concierto luego de recibir la distinción de embajador de la paz. Esa imagen de un hombre emocionado es también su reencuentro con la vida, luego de una crisis con las drogas que lo puso al borde la muerte. Lo interesante es que la recuperación del músico fue sólo posible gracias al acompañamiento e involucramiento que le brindó Palito Ortega, otrora enemigo y representante del opuesto del rock argentino.
Este encuentro de “posiciones enfrentadas”, no puede pasarse por alto, ya que allí radica un claro mensaje aleccionador para gran parte de nuestra dirigencia. Es aquello que refiere a la relatividad de las posiciones políticas irreconciliables, al menos lo finito de su sentido.
Charly al borde de la muerte encuentra en su rival ideológico la puerta de entrada a un proceso de recuperación que le devuelve las ganas de vivir. Menudo aprendizaje que manifiesta la grandeza de ambas partes para relativizar las ideas contrapuestas cuando prima el sentimiento humano.
Esa experiencia nos enseña que en la vida hay cosas que son muy importantes y por distinto que se piense, sigue siendo el ser humano quien puede ayudar a otro ser humano.
¿Esto implica que las diferencias políticas no deben existir? De ninguna manera, las personas sentimos cada una diferente, comprendemos la realidad que nos rodea de maneras muy distintas. Las ideas políticas son maravillosamente necesarias y movilizan al mundo, pero nunca nos deben confundir sobre la prioridad mayor de preocuparse por otro humano. Un claro mensaje desde dos posiciones enfrentadas que nos enseñan que no hay ideas políticas inflexibles y que todos necesitamos del otro, incluido el adversario.